miércoles, 5 de febrero de 2020

El destino cobra tus deudas.

Cansado estoy de mentiras,
de sonrisas de ficción y de ese abrazo
que precede a la traición y al gran tortazo,
cuando eres confiado y de altas miras.

Cuando todo el valor de la esperanza
se nos queda sólo en agua de borrajas,
y te hieren con su filo sus navajas
y te queda un gran vacío en asechanza.

Tú lo tratas de llevar, con la templanza
que demuestran los recursos de tu ingenio,
pero al fin se colma el vaso, explota el genio,
sólo piensas resarcirte en tu venganza.

Menos mal, que la experiencia de los años,
te confortan al saber, que lo propuesto,
te demuestra en tu opinión, cambiar de puesto,
a un lugar donde no alcancen con sus daños.

Luego aparta sin temor a quien te hiera,
porque pronto ha de llegar, como testigo
del mal que haya infringido, su castigo,
en la forma que el destino lo prefiera.

El destino es nuestra deuda, por derecho,
de las cosas que olvidamos, no advertimos
todo aquello que quedara en los caminos;
son las huellas que arrastramos hasta el lecho.

Y es allá donde no alcanza quien te hiere,
donde nace la razón y surge el canto,
alejados del temor y del espanto,
donde toda sinrazón se agota y muere.

Escrito en Febrero 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".


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