domingo, 16 de febrero de 2020

Los pedazos rotos de cada existencia.

Se abren las ventanas a lo absurdo
y se llenan los dedos de llagas,
por no pronunciar el sonido que aprendimos
al pellizcar al silencio y emitir la voz
que el dolor nos muestra.

No supimos abrazar los textos
que en los vacíos quedaron,
arbitrando una piedad
que mastica los rencores y ese fingimiento
de bondad, que aterra a quienes tienen
una inocencia sin mácula alguna.

La alquimia no llega a transmutar en oro,
ese pedazo de carne que somos
y sumergimos en el lodo de todas los vicios
y ambiciones.

El frío de una cuchilla, cercena las gargantas
que se alzan en un clamor y se pisa
la dignidad que se oculta
bajo una alfombra roja de sangre
y terciopelo ajado.

Difícil es reunir armónicamente
los pedazos rotos de cada existencia,
que se disuelven lentamente en la ciénaga,
cuando somos incapaces de estrecharnos
en un abrazo que construya
esa conexión de almas, que prodigamos
para quedar bien y dejamos bajo las hojas
del almanaque que arrancamos cada día.

Escrito en Febrero 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario