martes, 14 de julio de 2020

Aquél que camina entre sombras.

He visto el rostro de quien camina
entre las sombras.
Se enaltece para esconder su agónica tristeza,
cree burlarse de todo y de todos,
pero en su soledad, sus lágrimas dejan
profundos surcos sobre sus mejillas.


Ha perdido su alma en los rincones 
de su prepotente inconsciencia y sus zapatos 
le pesan como anclas, 
pues arrastra con sus penas,
gruesas cadenas con la herrumbre 
de su conciencia.


Dios ve su sufrimiento y mira hacia 
un prometedor cielo, que le será negado.
Su maldad le ha condenado, y no fue Dios
quien firmó su sentencia, sino él mismo.


En su ignorancia, grita para poder salvarse,
inmerso en el lodo 
de sus despreciables acciones, 
en las que se va sepultando.
Sus pecados pesan tanto,
que no podrá salvarse, si no se libera
del compromiso que le une a sus semejantes.


Él, no sabe de su muerte, porque la muerte
le engaña con falsas imágenes 
de su miserable vida...
carente de luz y de esperanza.


Escrito en Julio 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.


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