miércoles, 15 de julio de 2020

Cesa un latido y nace una estrella.

Tan pronto cesa un latido, cae una estrella
y otra espera nacer.
Las rodillas se hieren y se llenan de piedrecillas
al mirar al cielo nocturno en busca
de una explicación.


Sin embargo, todo es un pulso latente 
y allá en el firmamento, veo fluir ríos de leche
y azules crispados, por rojos enojos estelares.
Beso la negrura de la noche, 
con labios impíos, por el sudor que cubre 
mis poros, al calor del Estío.


Noche cálida y de insomnio, en la cual
acuden las imágenes de quienes amé
y viajaron hacia la otra orilla,
intangible y sideral.


Siento gotear el tiempo en una charca
con hojas muertas, apuntilladas por el ocre
del pasado, en un resumen de letras borrosas,
que intento rescatar del olvido.


El agua de vida se agotará y su vapor
emergerá con los calores estivales,
hacia los cielos, perdiéndose 
en una noche constelada, 
al igual que las almas
se evaporan por falta de un caudal, 
que el tiempo reduce a polvo terrenal,
para dar origen a una nueva estrella.

Escrito en Julio 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

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