Por esa brevedad de alas y el instinto
de perseguir sueños,
el ánimo siempre delante
como escudo misionero
para aventar penas y dejar tendidos sobre la tierra
granos de alegría.
Siento el alma como un caudal sin cauce fijo,
cayendo a nuevas vertientes.
Y asomo mis ojos deslumbrados
por encima de la niebla,
para crecer como las nubes
sobre las altas cimas.
escrito por Zuhaitz en 1995
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