Las caras son expresivas,
aunque no lo quieran ser
y en ellas se pueden ver
sus mensajes y misivas.
La que es pura o es lasciva,
ha de brotar con el gesto,
disimulado o molesto
sin que nadie lo perciba.
Sólo el ojo de razón
que se hunde en alma ajena,
ve la alegría o la pena
que siente su corazón.
Escrito por Zuhaitz en 1999
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