Intento que me comprendas, a través
de mi palabra y mi actitud, pero escapas,
prófugo del lamento, emergiendo de tu boca
con rabia incontenida.
No comprendes, ni intentas comprender,
porque tus oídos se atrofian, escuchando
alabanzas hacia tu persona.
Y cada encuentro se resume
en una manifestación de odio y negación,
hacia otras fuentes que manan
desde un incesante caudal de sabiduría,
para crecer y caminar el mismo sendero
en la mejor compañía.
No puedo hacer que me escuches,
si vives sumergido en la distracción,
escuchando sus aguas fluyendo
en tu pensamiento, mientras tu vista
permanece nublada por tu empecinamiento.
Alguien como tú, debiera detenerse,
antes de cortarse con los bordes estridentes
de sus propias palabras.
Escrito en Octubre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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