lunes, 8 de octubre de 2018

Un contrato sin firmar

A golpes de excesiva razón, se produce 

la más sensatas de las locuras.

La persistencia del aceite llega a borrar

el agua, cuando la tierra presta su ayuda.


Los hilos finos y gruesos, definen la libertad 

y la vida de una marioneta, aún cuándo 

pueda ser consciente de saberse manejada.


A fin de cuentas, una vez desenredada

la madeja, nos vamos enredando en ella

a cada paso, al intentar nuestra liberación 

tropezando una y otra vez, llevados

por la inercia que marca nuestros destinos.


Se paralizan las agujas del reloj 

 y sin embargo, el tiempo avanza.

El apetito no se sacia en un día 

y la angustia habita en los estómagos vacíos.


Nunca tuvimos que firmar un contrato,

en que figuren los días  que hemos de vivir.


Escrito en Octubre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".


No hay comentarios:

Publicar un comentario