A golpes de excesiva razón, se produce
la más sensatas de las locuras.
La persistencia del aceite llega a borrar
el agua, cuando la tierra presta su ayuda.
Los hilos finos y gruesos, definen la libertad
y la vida de una marioneta, aún cuándo
pueda ser consciente de saberse manejada.
A fin de cuentas, una vez desenredada
la madeja, nos vamos enredando en ella
a cada paso, al intentar nuestra liberación
tropezando una y otra vez, llevados
por la inercia que marca nuestros destinos.
Se paralizan las agujas del reloj
y sin embargo, el tiempo avanza.
El apetito no se sacia en un día
y la angustia habita en los estómagos vacíos.
Nunca tuvimos que firmar un contrato,
en que figuren los días que hemos de vivir.
Escrito en Octubre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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