De su cabeza se desprendían
trozos de hielo azul y nenúfares que caían
sobre el agua, formando ondas
y ligeras alteraciones tonales, en el silencio
que un sauce guardaba celosamente.
Un rayo de sol doraba cada una
de las notas de polvo y pólen
suspendidas en el aire, dibujando un arco
que las libélulas multicolores
y las mariposas de seda, atravesaban
en grácil vuelo.
Tenía la sonrisa blanda y amable de un niño
y unos ojos sorprendidos y voraces,
que todo lo querían ver.
El viento erizaba sus cabellos,
mientras silbaba una canción,
con el alma abierta y la gravedad en su voz.
Lo tenía todo, menos esa alegría
que transmitía a los demás, pues en sus ojos
afloraban ciertos tintes de añoranza
y melancolía.
Escrito en Octubre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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