miércoles, 23 de junio de 2021

La risa explota, como pólvora de la alegría.

Me deslizo resbalando, 
desde mi perturbada vida, repleta 
de un oleoso sentir de culpabilidad,
hacia la gelatina transparente,
que me permite observar, sin ser visto…
a todos los transeúntes perdidos, 
que buscan la megafonía para ser escuchados porque están  llorando  y no alcanzan 
a pronunciar su propio nombre


Puede parecer  inmaduro, pero no inmaterial,
que cada cerrojo salte por los aires,
 con la pólvora de una risa, que escapa 
entre los dientes y sin embargo 
desencadena una erupción, 
que anega las penas, bajo finas capas
de hilaridad.


A fin de cuentas, todo aquello 
que parece descabellado, no se enreda
en los cabellos de una absurda monotonía 
y los tintes grises de la tristeza, 
vuelven a recobrar los tonos irisados 
y armoniosos que antes tuvieron.

El día se torna luminoso y claro. 
El azul del cielo pierde toda sombra 
o penumbra  y se refleja en el espejo
de las aguas de un mar sereno y dichoso.

Escrito en Junio 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.







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