sábado, 26 de junio de 2021

Siento el corazón en su latido.

¡Ah, corazón! Puedo sentirlo en el valle 
de mi pecho o en la cúspide de mis sienes.
Galopa sin bridas, libre y a la vez…
prisionero en la pasión y en las emociones.


Pálpito que despierta en el letargo de la noche,
con un brote de carmín, en sangre viva y pura.
Río acaso, que a las venas oscureces
bajo la lívida piel.


Dorado impulso que estalla en  el hálito 
y recorre el atabal de mi cuerpo,
bajo una caja de huesos, que celosamente 
resguarda una vida que se encierra 
en el misterio del amor y la muerte.


¡Ah, corazón! Furtivo cazador de esperanzas,
en desveladas noches, en que la eternidad 
hace un guiño de estrellas rutilantes 
y el tiempo parece detenerse.


Que no así el corazón, incansable viajero 
que marca un compás tras otro, 
en un camino de vida y experiencia.
Amar, sufrir, odiar o tal vez morir en su cese,
cuando ya no quede nada que recamar
con su latido y la vida juegue a esconderse
en las brumas de un tiempo que se agota 
y duerme en el lecho frío y húmedo 
de la tierra.

Escrito en Junio 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.





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