del álamo.
La tierra se viste de verde esperanza,
mientras se escucha el rumor del río,
que conversa con el silencioso murmullo
del viento.
Las hojas secas se arrastran, como pisadas
huecas de pies desnudos, sobre un gris pavimento y el cielo llora la angustia
de una tierra reseca.
Somos barro, nacido de una lágrima
en el polvo que, el tiempo detiene
en la memoria.
Desnudos árboles sin ramas, con la corteza
herida por un rayo de luz y un alma a oscuras,
brotando la savia o sangre, en un manantial
de incesante pálpito.
Corazón verde y anhelo sobre un cielo,
que sufre la espina crepuscular de un sol agonizante, que se envuelve en las sombras
de la noche, para morir un poco y renacer
bajo un beso luminoso, que el alba enamorada
le ofrece al despuntar el día.
Escrito en Julio 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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