sábado, 27 de julio de 2024

Te siento en la ingravidez de mis sueños.

En la soledad de mi cuarto, te imagino
 cada noche, aérea, incorpórea, como seda 
desprendida en hilos. Un rubor se apodera 
de mi rostro y mi corazón desbocado,
galopa a tu encuentro.


La sangre sube hasta mis sienes
 y mis pensamientos febriles, no me permiten 
conciliar el sueño.
Descubro la humedad entre las mareas
que van y vienen entre las sábanas,
pero no estás bajo un níveo bulto, 
que trata de recrear tu cuerpo con 
mi imaginación.


Tan sólo unas líneas cárdenas
 bajo mis párpados y una blanca esclerótica,
enrojecida en la vigilia.
Abrazo la almohada, como queriendo 
rescatar tu imagen del olvido y tu forma 
se desvanece.
 Quiero besarte en esa ensoñación 
y te vas deshaciendo entre mis labios,
como copos de nieve.


Una lágrima escapa de mis ojos 
y en su redondez, resbala por mis mejillas.
En la soledad de mi cuarto te sueño e imagino,
pero tu presencia, aún no es carnal, ni tiene 
tu piel, la tersura de un pétalo de rosa.


Las sombras de la noche visten de luto,
mi silencio y mi angustia.
Tal vez al despertar, al día siguiente,
se materialicen mis sueños y pueda recobrarte,
para llenar el vacío insondable, que permanece 
durante mi anhelo y tu ausencia.


Escrito en Julio 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.



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