y temores abisales,
que cruzan nuestros canales
resultando imperceptibles.
Graban en el subconsciente
una huella densa, oscura
y en la angustia se asegura
romper el grano y simiente.
De esa estabilidad,
que siempre se necesita
y a nuestra razón excita
un mar de tranquilidad.
Surge la incomodidad
de una tormenta a sazón,
que irrumpe en nuestra razón,
y nubla su claridad.
Miedos que nos son eternos,
que afloran en la consciencia
con la fuerza y la violencia
nacida de mil avernos.
Miedos que cuestan mirar
cara a cara al enfrentarse,
cuando uno quiere librarse
de tan enorme pesar.
Miedos que son de la vida,
afán de superación,
miedos que son la traición,
cuando es abierta una herida.
Y se te clava en el alma
su espina, en la incertidumbre,
sin una llama que alumbre
tu sensatez y tu calma.
El temor es matrimonio,
de toda desesperanza,
necesitamos templanza
para vencer su demonio.
Y advertir que no podrá
detener tu corazón,
su fortaleza y razón
siempre prevalecerá.
Escrito en Julio 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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