de una sonrisa y bebo a sorbos la vida
sin atragantarme.
Sobre la acidez de la palabra vierto
el dulce abrazo, con la calidez de mi alma
y enjuago mi llanto sin que nadie note
que mi sangre fluye con el ritmo triste
de mis lágrimas.
A nadie le importa la herida, ni el dolor
que provocan las frases malintencionadas,
ni el vacío que se produce en la ausencia de un cariño, que jamás ha cuajado
sobre el suelo quebrado de sus almas.
Me acerco con cautela, para que nadie
rompa el cristal de mis ojos y mi voz
es un lamento en la inconsciencia del alma,
que pretenden arrebatar con el filo
de sus palabras.
Escrito en Julio 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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