sábado, 6 de julio de 2024

Ante la evidencia de lo imposible.

No se puede pintar el viento con la acuarela 
de los ojos que sufren, ni recamar 
los espacios vacíos con el oropel que muestra 
el trigo bajo el sol.


Hay una magia que rompe la monotonía 
del cromatismo y una pérdida infinita 
sobre la escala de grises, cuyas traviesas 
inventan el temor a una caída precipitada.


En todas las vertientes posibles, se hunden 
los pies desnudos de las aves y en conclusión,
los aperos de labranza se oxidan en las manos 
ociosas.
A veces elegimos un modo de sobrellevar 
la pesada carga de nuestro ser, como si fuera 
liviana o rociamos con un almidón impuro,
las encías que tiemblan bajo los dientes 
telúricos del tiempo.


Hoy medra la noche, ante el calor veraniego
y las estrellas, apenas se sujetan, 
como alfileres que alguien clavara 
sobre un negro encerado.

En los vértices de las palabras licenciosas,
se colocan acentos que hieren,
como frases lapidarias y una vez más pensamos en la dimisión que a la vida
se aconseja, entre la sombra de una aciaga
incertidumbre ante la proximidad de la muerte.


Escrito en Julio 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.





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