como cómplice de mis pensamientos
más ocultos.
Callo y mis ojos hablan de órbitas inscritas,
en rededor de vidas grises
y movimientos involuntarios,
para salir de la rutina, que lentamente
nos mata.
Nadie beberá las lágrimas vertidas, porque se evaporan
y pasan inadvertidas,
para quienes miran al suelo,
sin observar el azul del cielo
y las nubes pasajeras.
Hoy, el alba rasgó de nuevo,
el velo de la noche y las estrellas,
descendieron, cuajando sus destellos,
en gotas de rocío, pero muy pocos
llegaron a disfrutar este momento.
Fue un milagro inadvertido.
Escrito en Octubre 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
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