labios agrietados y marchitos
en la sed de una justicia,
con su pozo vacío por la avaricia
del polvo, sobre los párpados
cerrados a la esperanza.
Los labios sellados a la indiferencia
y la crueldad del poder,
que vaga en su propia inercia
y devora sus entrañas.
Avidez de sal y una errónea voluntad
de guardar el sol en las pupilas.
Hemos perdido ese guijarro,
que se nos dió en la inocencia de la niñez
y nos parecía un maravilloso tesoro.
Te regalo un guijarro, envuelto
en papel de aluminio
y un corazón envuelto con la seda
de tus besos.
Escrito en Octubre por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
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