y otro te picotea la razón,
se alimentan de tu frágil corazón
y terminan devorando tu paciencia.
Lo que quede de tu buena humanidad,
frente al sol, pronto se pudre y se reseca,
en tu rostro, ya no queda ni una mueca,
de piedad, de sentimiento o humildad.
Todo el mundo profetiza y así narra,
lo que piensa mantener a duras penas,
mientras van en sus conciencias, las cadenas,
sujetando un corazón, que se desgarra.
Todo puede ser mejor, mas no observamos,
que en un paso, se halla el borde del abismo,
nos basamos en mirar con egoísmo
y la luz que nos asiste, la apagamos.
Se nos ciega la razón, en densa niebla,
todo brillo, al corazón le fué negado,
caminamos sobre un techo sin tejado,
con los ojos aún dolientes, en tinieblas.
Escrito en Octubre 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
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