jueves, 4 de enero de 2018

Nunca quise despertar en una habitación vacía.

Se abren las heridas con el licor
de los besos fingidos, porque el amor
es un torrente que arrastra voluntades,
cuando el corazón sufre una arritmia acelerada,
que trata de acompasarse
al ritmo de una pasión.

Se abre el pecho en el suspiro que anhela
el contacto de una piel ardiente
o unos labios rozando eléctricamente,
produciendo un eclipse en la razón.

Si se cierran los ojos para aumentar
el sentimiento, nos impide ver las máscaras
que pueden ocultar otras intenciones,
pero es tan placentero ese adormecimiento,
que no deseamos despertar del sueño
y enfrentarnos a la soledad
de una habitación vacía.

Escrito en Enero 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

I.S.B.N : 978 – 84 – 17279 – 06 – 6

Depósito Legal: BI – 1323 -2018


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