Bajo un cielo de pupila enamorada,
el mar besa el cuerpo triste de una tierra
ávida de las aventuras
que los rumores de agua, traen
desde recónditos lugares.
En su seno de amniótica humedad,
de realiza el milagro de la sal,
que apuntala el sabor
de su lengua pronunciada, en el beso
que ofrece a sus doradas arenas.
En un vals de olas crecientes, el sol apaga
toda su furia incontenida, en esa cautividad
de la magia, que la tarde retiene
en una roja o anaranjada esfera.
Bajo un cielo de pupila enamorada,
un rumor de besos, agua y susurros
que el viento esparce.
Los amantes hacen promesas,
llevados por una ilusión que crece,
mientras el día toca a su fin... en el ocaso.
Escrito en Junio 2018 por Eduardo Luis Díaz
Expósito."zuhaitz".
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