martes, 12 de junio de 2018

Las lágrimas de una estatua

Las estatuas lloran su presencia estática 

con lágrimas de sal y un fuego en resumen,

asoma en la mañana desde las ventanas 

del horizonte.



Hay un juego de oquedades entre la luz 

y la sombra, por la necesidad de completar

los espacios muertos que muestran

los recovecos de las góticas estancias.



Huele a una mortecina humedad

refugiada del sol, en la penumbra 

y un sentimiento aciago, que queda

aprisionado en los huecos de las costillas,

reteniendo un suspiro último 

o hálito de vida suspendida.



La piedra no es carne, mas la carne 

besa la piedra, que la contiene, 

como un secreto de vida, que desea 

perpetuarse tras la muerte.




Tal vez, la piedra tenga la respuesta 

a la inmortalidad, ya que el tiempo 

se detuvo en ella.

La piedra retiene los sentimientos, 

pero llora su incapacidad de expresarlos,

como algo que un día se sentía vivo

y vibraba, como ese cristal que se rompió 

dentro de su alma.




Escrito en Junio 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.


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