Los entristecidos y fríos ojos del miedo
son seccionados por una duda,
ante la inestabilidad de la razón,
que subyace aterida, en busca del calor
de una mano que la conforte,
ahuyentando sus temores.
Los ojos desprenden el azogue
en la mirada perdida, y un horizonte de fuego,
quedan las secuelas de un naufragio reciente
y el nácar de una lágrima desprendida
de las valvas calcáreas de los párpados
asombrados.
El miedo sujeta las vísceras con un alambrado
hilo de suspiros cautivos, en cuyo encierro
se escucha el último lamento
y una vencida voluntad en la inerte
inmovilidad que nos domina.
El miedo, como reacción a la inacción
y el intento de preservar
el cadáver de la ilusión, en ese atrevimiento
por enfrentarse a los avatares de la vida.
Escrito en Junio 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario