que en las dudas nublaron mi razón.
Sigo caminando sobre el asfalto frío
de mi pasado, para alcanzar un sol
de cálidos días en mi futuro.
He dejado atrás algunas mieles
de besos perdidos y lágrimas derramadas,
por quienes amé y se fueron.
Yo sé que no se detiene el tranvía
y a veces, el deseo se convierte en un lastre
que pesa tanto, que sólo el tiempo
es capaz de disolver su resina y lo convierte
en las aguas claras
que fluyen del pensamiento, despejando
el camino.
Las aguas van calmando su ímpetu
y las emociones tropiezan entre las rocas
del cauce, que la vida va abriendo
a su paso, hasta la desembocadura
en otro mar u otra vida, que aún incierta,
la imaginamos.
Escrito en Febrero 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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