domingo, 24 de febrero de 2019

Durante un letargo de luz, tras un largo camino 

Cansados los pies de tanta huella,
que el viento borra al caminar,
buscando la esfera perfecta,
que no hiera los ojos con su rugosa superficie
o esquirlas de una realidad
virtualmente creada, para ese propósito
que impide el paso al contenido,
que el pulmón guarda celosamente,
cuando nos falta el aire durante la ascensión.

Cansados de arañar
con los dedos embarrados,
los sueños que quedaron
en el fondo de un vaso.
Narcótico de una esperanza vencida
por el excesivo peso de una conciencia inútil,
en el punto de mira de un cañón,
que sirve de amenaza latente,
como espada de doble filo,
que pende sobre nuestras cabezas,
sujeta con cabellos iracundos
de viento circuncidado o noches en vela,
a la espera de un agorero amanecer
en ciernes.

La flor que bebe el rocío, mastica la tierra
y en el útero, la vida duerme
la irresponsabilidad de no haber nacido aún,
a pesar del canto de las aves
y el día que se desangra en jirones de luz.

Escrito en Febrero 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".

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