lunes, 23 de marzo de 2020

Arquitecto de mi propio ser.

No soy la masa de hojaldre
que tú intentas moldear,
así que vuelve a mirar
soy hijo de padre y madre.

Recibí una educación,
de ello no estoy orgulloso,
he sido un joven brioso
que escuchó a su corazón.

Nunca fuí como cualquiera,
siempre he querido saber,
todo cuanto pude ver,
saliendo de mi pecera.

Pecador e impenitente,
por encontrar la ocasión
de escapar de mi prisión,
nadando a contra corriente.

Dejé el libro en la letrina,
llegando al convencimiento
de hallar el conocimiento
sin el dogma o la doctrina.

Ya conozco mi heredad,
es el libre pensamiento,
sin arrepentimiento
buscar mi propia verdad.

Y si te dicen qué hacer
para encontrar la virtud,
tendrás a una multitud
que te impedirá crecer.

Pues el libre pensamiento
 es al abrir los cajones,
ver y formar conclusiones
de un claro discernimiento.

La vida que he de vivir,
tendrá mi error y mi acierto
y si duermo o estoy despierto,
nada tendré que añadir.

Al humor dedico un guiño,
aunque soy muy responsable
y sigo mi trato amable
si me tratan como a un niño.

Si has desoído las voces
que conforman mi criterio,
o no me tomas en serio,
o es que ya no me conoces.

Soy un ser piramidal
que crece en el intelecto,
pues soy mi propio arquitecto
en su forma exponencial.

Escrito en Marzo 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".


No hay comentarios:

Publicar un comentario