miércoles, 25 de marzo de 2020

Como un mar en la galerna.

Ella arañaba la existencia y mordía con rabia
todos los días.
Arrastraba sus uñas sobre mi piel,
trazando surcos y abriendo oscuros deseos,
desde la profundidad de los abismos
de sus ojos.

Era inquietante su frialdad y su esbelto talle
se sostenía sobre sus voluptuosas caderas.
Supe que había un crisol de maldad
en su boca, coronada
por amapolas de sangre,
en sus escuetos labios.

Labios resumidos en la crueldad,
( Dos líneas de fuego, marcadas
en su callado gesto ).
Seducía su porte altivo, como un mar
embravecido en la galerna, que te atrae
y sin embargo, te llena de temor
las embestidas de sus olas.

Amanecí en un naufragio de alcohol
con la lividez de una aurora no anunciada,
con la ausencia de amor y una horrible resaca.
Ahora camino solitario y sin brújula,
pero no he perdido el Norte.
Camino algo más ligero, sin el lastre
de los recuerdos de aquellos días.

Escrito en Marzo 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.



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