sábado, 30 de julio de 2022

Anclado a tus caderas.

En un derramado gozo, mis manos están 
ancladas a tus caderas, contemplando 
el sol que  nace en tu rostro, fulgiendo 
en matices de bronce y oro.


Morena trigueña, de bruñido cuerpo,
cincelado con el mimo de una caricia 
de brisa fresca.
Y yo, soñando tus  besos  aéreos,
en esa cercanía  de fuente que mana
dulce miel desde tu boca de grana.


Me detengo ese instante perpetuo 
y me prendo  en tu fuego, desde el crisol 
de tu vientre, hasta tus ojos infinitos,
que atrapan todo misterio  y ensoñación.


Saetas de amor, mis latidos  crecen 
y se proyectan fugaces hasta  tus manos,
que acarician el agua  pura, que mis suspiros 
mueven en gráciles olas, ondulantes
como tu crespo cabello, cuando se enreda
en mi frágil cuello, ante el impulso de tu amor,
que  despierta mis sentidos en el ánimo 
de un anhelo, que  desea amarte aún más,
en un tiempo que detenga  su pulso y latido,
permitiendo que nuestros corazones 
marquen el ritmo de nuestro amor 
en nuestras vidas.


Escrito en Julio 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




No hay comentarios:

Publicar un comentario