de fingida sumisión y postura de oración,
esconde la intención
de devorar al macho, tras la cópula.
Aceptado como normal, algunos
dicen no conocer al Diablo,
cuando su apariencia es notoriamente
femenina, para nublar nuestros sentidos.
La tentación está servida
con una condena de por vida, todo
por unos minutos de placer.
Si no sabemos discernir el peligro,
seremos devorados
y a nadie le preocupará,
porque forma parte
de los rituales cotidianos .
Somos devorados, cuando el deseo
nubla la razón y caemos
en una trampa mortal,
que hipoteca nuestra vida
y nos conduce al peor
de los infiernos.
Escrito en Agosto 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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