¿Debo creer lo que creo?
¿ o ignorarlo todo,
cuando no es sabida toda su esencia?.
Entre una verdad velada
o una mentira triunfadora,
hay un espacio que se reserva a la duda
y es mortalmente necesaria
su consideración.
Mordemos la mordaza,
con la que cierran nuestra boca,
ante el dolor que produce
tanto el látigo como la indiferencia.
Atados a un árbol, cadalso o columna,
donde la vida
nos va descarnando con su lengua,
mientras nos desprende la piel
y la carne a golpes de tiempo
o arenas, que van erosionando
tanto el rostro, como el alma.
Escrito en Agosto 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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