por una aldaba y se desvanece
su forma, transformándose
en algo más sutil.
Se pierde la noción del tiempo
y las imágenes se desfiguran
en mi memoria.
Tan sólo la hierba fresca, bajo mis pies,
me recuerda mi conexión con la realidad
y la tierra.
Abro mi mente hacia los enconados
rincones de la fantasía y trato de cepillar
con mi constancia, el óxido de una rutina
que nos pesa y nos sofoca.
No se deben ahogar las penas,
ni podemos ahogarnos en el dolor,
nacimos en un líquido amniótico,
semejante al mar y ...
¡Logramos sobrevivir!.
Escrito en Agosto 2017 por Eduardo Luis
Díaz Expósito."zuhaitz".
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