producen la incandescencia,
encerradas en ampollas de cristal.
El sonido huye de las bocas emisoras
y viaja por el éter, diluido en envites
del viento.
Las vibraciones dejan semicírculos
desde las orillas de los labios
a los oídos, que despiertan de su letargo.
Hay una dimensión que atrapa
todos los sueños y aquello
que se te ocurra imaginar.
Todo es posible, si se halla el modo
de convertir una idea en fuerza creativa
capaz de despertar
los instintos dormidos.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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