este embargo de siglos, que pesa
como una deuda sin saldar
o una línea torcida, en el renglón
de nuestras vidas.
Alzar la cabeza del suelo
al que fuimos sometidos, para alcanzar
el cielo que nos fué prometido.
No quiero hipotecas, ni intereses
que no podemos, ni debemos pagar,
cuando la vida, no es propiedad de nadie ajeno, sino nuestra y es la que vivimos.
Cuando nos sentimos vacíos,
nada pueden robarnos, excepto
la ilusión por recuperar
lo que nos negaron o renunciamos
ante el engaño de sentirnos mejor,
más libres.
Habrá que levantar el embargo
y ser felices, por convicción y derecho
innato.
La historia son residuos del tiempo
y el "ahora" se construye en el presente.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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