para morir de nuevo, buscando
una salvación inexistente.
Bajo el hacha caen rodando, las cabezas
coronadas con el laurel del martirio,
que no de la gloria.
El camino es arduo y el pavor se apodera
del ánimo ante el cadalso
y el hermetismo del silencio.
La angustia tiene sombras dibujadas
sobre los párpados y la tristeza
es un ala partida, que duele como la luz
emanada por las luciérnagas.
Los cuervos llevan la negra presunción
de la muerte y tú,
vestido de espantapájaros, esperando
la caricia del mármol, bajo una lápida
con tu nombre escrito en letra gótica.
Llueve muy fino y en la niebla,
los faros de un coche dibuja
espectros sobre la hierba.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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