Pendiente de un hilo, como un suspiro
en un último aliento de vida.
Tal vez ese sea el secreto que aporta
un valor más a la vida, ese suspenso en el aire
con el temor de ser descubierto.
La naturaleza pone a prueba la fé
y el equilibrio perfecto.
Cuenca es aérea,
un suspiro engarzado en un sueño,
con solidez de roca o fé inquebrantable.
Entonces, su magia supera lo imposible,
desafiando normas, la ciudad se reinventa
y surge como nube que orla la montaña
con voz tenue, pero firme.
Un trémolo guardado
en el silencio de la piedra
y unos seres mudos que narran su historia,
desde una cerradura en la voz del viento.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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