los dedos que buscan el infinito,
se hunden sin romperlo.
La voz se distorsiona,
quebrando el espacio
y sus ondas sonoras se propagan
en círculos que desaparecen,
cuando se agrandan, más aún
que el pensamiento y la comprensión
de las cosas.
El cristal crea una nueva forma
e inventa el reflejo de una realidad
paralela a la nuestra.
Nada de lo que es, manifiesta
su realidad total y los ojos que observan,
se arquean dentro de sus cuencas,
carentes de agua.
Un idilio es el amor de la forma,
entre la esencia de lo que somos
y la consciencia de nosotros mismos.
Prolongamos el brazo hasta
lo que deseamos alcanzar,
pero olvidamos que el límite se halla
en todo aquello a lo cual renunciamos.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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