entre los engaños de la carne
que se corrompe y parecen estar vivos
entre sonrisas descarnadas,
que disimulan su gesto de dolor
y soledad.
La frialdad de las lápidas impide
que su voz se pronuncie entre
los estratos estériles del silencio.
Los muertos ignoran el diálogo
e irrumpen con su lividez, desafiando
a la luna llena.
La soledad crece entre la hierba,
cuando nadie escucha los lamentos,
demasiado ocupados en sus quehaceres
para observar las voces sepultadas
de los que ya no cuentan entre nosotros,
bajo unas pocas capas de tierra
y demasiadas capas de olvido.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo
Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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