las almas se serenan.
Toda la pena crece en el espacio
del absurdo y suenan trompetas lejanas,
en unas voces las que nadie acude.
Vacíos de contenido, ruidosos,
para que no se escuchen
sus lamentos internos.
La demencia de hace cargo del sonido,
para cerrar las espitas de la razón,
albergando un sentimiento de culpa,
bajo una carpa que nos proteja
de otras voces y de la lluvia incesante,
que trata de lavar nuestros errores.
¡Venga ya! ¿Quiénes cree esto? ¡Nadie!
La voz muere lentamente
en la inconsciencia, por eso
no advertimos la importancia de estar
y sentirse realmente ¡ Vivo !.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito. "zuhaitz".
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