Se necesita ternura, para regresar
a los aromas de la infancia,
para mirar con otros ojos
y acariciar con la mirada,
para repartir el pan y compartir juntos
todas las vivencias que puedan llenar
nuestro hogar y nuestro corazón.
Necesitamos ternura, para que el amor
no sea un sentimiento de propiedad,
sino de libertad y se dé sin reparos,
porque nos hace sentirnos
tremendamente humanos.
Se necesita ternura, para vencer el temor
y el hastío, para colocar flores
sobre las frentes de los vivos
y no sobre la de los muertos,
como una justificación de nuestro
abandono y olvido.
Necesitamos ternura, para que la emoción
no pase de moda, ni sea un problema
llorar o reír, para sentirnos más vivos
y necesariamente sensibles.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito.”zuhaitz”.
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