Cuenca, cincelada por el viento,
dura roca en el carácter, amable en su fantasía
y caprichosa en su forma.
El tiempo ha dibujado en ti una alegoría
y emergen gigantes, como niños dormidos
en brazos de su madre tierra.
El viento te ha mecido en tu sueño de siglos,
con mimo y te ha susurrado al oído,
canciones y cuentos infantiles.
Cuenca, tus casas suspendidas
en la magia de lo imposible,
en un juego de luz cautiva
y sombras, que recortan tu figura
en árboles de piedra, perennes, sabios,
sabiendo escuchar al viento y a la lluvia,
para contar a todos el embrujo de tu encanto
y todos los amaneceres que durmieron
en la calidez de tu abrazo materno.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito.”zuhaitz”.
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