hay una pausa en un tiempo
de calma y de ceniza.
Ante la gravedad del peso
de la existencia, uno se detiene
y contempla desde fuera sus adentros.
Una amalgama de sólidos
y etéreos momentos, entre la llama
y el agua retenida, entre el sonido
de nuestros propios pasos
y el silencio de las palabras
que callamos.
Camino hacia el óbito del día
y la penumbra de mis ojos heridos
por la luz, esa inmensa luz que
en ocasiones me deslumbra,
cuando aún creo que la claridad
es una buena apuesta, para quien busca
la libertad del ser entre los escombros
de las ruinas de nuestro pasado
y la incertidumbre del futuro.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz"
No hay comentarios:
Publicar un comentario