Un pañuelo prestado
y en unas gotas de sudor,
dejo la sal de mi cuerpo
en un blanco escenario
e imprimo las sensaciones,
que el calor deja con su huella.
Un pañuelo para guardar una lágrima,
o unas monedas, tan pequeñitas
como mis ambiciones.
Un pañuelo para envolver ese anillo
que me regalaste y que traté sin conseguirlo,
de lucirlo en mi dedo corazón.
Guardé en él, todas las tristes despedidas,
ha sido el blando muro, que siempre detuvo
mis inoportunos estornudos
y a la vez retuvo celosamente
el aroma de tu perfume.
Bordado de recuerdos y momentos
que huyeron despavoridos,
por temor a envejecer con el tiempo.
Un pañuelo, tu pañuelo,
guardado en mi bolsillo, para conservar
todos los matices que lograron sobrevivir,
a pesar de no estar ya presente,
solamente en mi corazón y mi memoria.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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