El viento está preñado de voces
que arrastra sin pies,
con manos agitadas,
como queriendo ser parte del olvido,
intenta borrar los ecos que bajaron
hasta los valles peregrinos,
de aves inquietas o esa perspectiva
que se pierde en las angostas calles,
cuando el silencio se adereza de ellas,
cómplice de la noche y la escasez
de palabras, en ese momento
en que el pensamiento divaga,
como barco a la deriva.
Acaso una imagen furtiva, cruce
el espacio abierto de la mente
y un relámpago de luz incierta,
dé paso a una idea.
No hay apenas testigos,
las empedradas calles, saben que el viento
es un ladrón de pistas y voces susurrantes,
que se van mezclando en el polvo
de los caminos, para construir
una nueva historia que contar.
Escrito en Septiembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”Zuhaitz”.
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