Un camino se alarga, como una sombra
sobre las hojas secas, caen las castañas
al suelo, con la tersura
de oscuro cuero curtido,
tras la coraza espinosa
de su cascarón temporal.
El otoño es la senectud del verano,
que invita a la nostalgia.
El àmbar es el recuerdo, es la luz del
sol estival, que madura lentamente
en la quietud de las horas,
como madura el vino en el silencio
y la penumbra, hecha de roble en barrica,
( barriga donde se gestan las claridades )
a la espera de un milagro por suceder.
La pausa de las horas se consume
entre ascuas de una pasión, que duerme
en el letargo, soñando con una primavera
que vuelva a incendiar su espíritu.
Escrito en Octubre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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