porque unas voces, llenaban mi cabeza
y trataban de angustiarme con sus gritos.
Es tanto el clamor, que a mis oídos acude,
mi alma se sacude, se entreveran penas
y ansiedades.
Todos se mecen en una inercia, estúpida y abocada
a una estrepitosa caída.
Contemplo los huesos que caen, lívidos en la tierra
y surgen los "¿porqués?".
No hay respuesta y el silencio es pusilánime.
Se retraen las ganas de vivir, como si ser feliz
fuera delito o pecado.
Nada debo a nadie y lo que debo,
es a mí mismo. Me perdí entre fantasías,
tratando de buscar la mejor esencia
de algunas personas, cuando sus almas
estaban resecas y sus vidas áridas.
Escrito en Julio 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario