tus pechos desnudos fulgen,
frutas de la pasión,
limones duros y frescos,
que en mi boca apetecen,
en la inercia voluptuosa
de un reciente pecado.
Quise libar la leche primigenia de tus flores
y llenar mi alma con la luz de tus ojos.
Las sombras buscan perfilar la silueta,
que delimita tu cuerpo,
hay ámbar en tus ojos y una llama no redimida
en los míos.
Fuego de pasión y volcán de deseos,
que la boca calla y el corazón delata
con sus latidos.
Agua de vida, tu saliva al borde de tus labios
y la humedad cálida de tu sexo.
Te adoro y se nota en la melancolía
que refleja mi mirada, cuando tus ojos
son aves que huyen del nido de mi alma.
Redimo mi alma en el amor
y busco la laxitud de las horas,
para extender mi corazón
sobre cada de tus días, como un sol de amanecer,
sorprendiendo el rocío de la mañana
y haciendo brillar su esfera cristalina,
como una emotiva lágrima,
perdida en el recuerdo del amor.
Escrito en Julio 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
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