retenido en las lápidas.
Un sudario de ausencias y un nombre
grabado junto a una triste fecha,
por única compañía.
El negro, como color del alma y el rojo
palpitando en las sienes.
Pálpito o dolor, que pulsa sobre la conciencia a golpes de sangre
o de recuerdos.
El agua estancada de emociones,
habla del sueño perpetuo y del liquen
de llanto verde, que va calando
hasta el fondo.
No me duelen ya las heridas abiertas,
se calmaron con un soplo
de brisa nocturna, bajo un rayo de luna.
Penas de lívida luna, que se ahogan
en la esclerótica amarilla, transformando
al ser doliente en el animal,
que furtivamente emerge de las sombras.
Escrito en Junio 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario