Debe de haber una entrada, que permita
el acceso a la membrana que sujeta la vida.
Una cúbica estancia donde las arañas ciegas
tejen nuestros destinos.
Cavidades con agua retenida, en donde
como nenúfares, emergemos
del fondo abisal de la existencia suspendida,
para flotar sobre todas las concepciones
en curso, que aún no han manifestado
su realidad latente.
Se proyecta el ser, a través de cada uno
de los radios de la rueda del Samsara
y comienzan a sucederse las vidas
y las reencarnaciones,
muriendo a cada instante, sin percibir
que esto sucede continuamente.
Tan ocupados y entretenidos
en malgastar nuestro tiempo, que vamos
muriendo poco a poco
y la vida va caminando descalza,
para no hacer ruido, hasta cesar sus pasos
y detenerse por completo.
Escrito en Julio 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz ".
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