Descruza tus piernas y abre tu racional
instinto.
La fertilidad es lluvia seminal
desde tu divino falo, engendrando
el aullido del lobo o la noble fortaleza
del oso de la montaña.
Tu conexión divina es la cornamenta
que corona tu cabeza, que te confiere el poder
de atraer los rayos de las tormentas,
mientras te ocultas en un bosque hirsuto,
como tus luengas barbas, que fluyen
desde tu anciano rostro, como ríos
llenos de vida y virilidad.
Semillas únicas, que el viento esparce
como voces que vagan por el éter,
errantes entre piedras y árboles silenciosos.
Las nobles bestias te acompañan y siguen,
con la fidelidad de las flores primaverales,
durante un mágico apareamiento,
que perpetúa las especies.
Escrito en Septiembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz ".
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