Es la certi-lumbre, la hoguera
donde incinerar la vanidad
con todos los papeles escritos en la pubertad,
con poemas de encendida pasión
y sueños de celofán añejo
y película romántica con final feliz.
Mis ojos contemplan el aire, que tomo
a sorbos por mi nariz y mi boca
se excede en halagos, cuando alguien logra
ese minuto de felicidad que tanto deseamos.
La nostalgia siempre se desborda
de todos los vasos en que bebemos la dicha
y ese agridulce licor, que fermenta
en las largas esperas, no calma la sed
de pronunciarnos una vez más,
en el intento de reconocernos...
un poco más felices que la última vez.
Escrito en Septiembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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